EL DISCURSO PERFECTO NO EXIST…


 (AQUÍ TE ENSEÑAMOS CÓMO HACERLO EN CINCO PASOS)

Francisco García Pimentel

@franciscogpr

Media Training

Vamos a hablar de frente. No todo el mundo puede ser un orador de campeonato que llene el Auditorio Nacional. Desarrollar un estilo propio y una gama amplia de herramientas de oratoria y motivación puede llevar años y años de entrenamiento.

Pero entre tú y yo… no necesitas ser el mejor orador del mundo. Al menos, no por ahora. 

Por ahora, necesitas lucirte en esta junta de negocios, o en la presentación de tu negocio, o en el congreso al que te invitaron. Tienes que dar un discurso y salir con la cabeza en alto. De acuerdo.

Así que voy a hacer algo que no suelo hacer. Si no le dices a nadie, no le digo a nadie. Vamos a hacer un poco de trampa. 

Aunque existen cientos o miles de formatos de discurso distintos, hay ciertos patrones que suelen funcionar muy muy bien, y que puedes ver en discursos importantes de la historia, desde Cicerón hasta Oprah Winfrey. Estos patrones nos permiten crear un formato casi infalible para un discurso ganador. 

Este formato de cinco pasos te sacará de cualquier problema, te hará lucir como un orador profesional y ante la duda, puedes retomarlo cuantas veces te sea necesario. Con la experiencia irás ganando más versatilidad y poco a poco convertirte en un orador de campeonato. Entre tanto, este formato te dará la seguridad que necesitas para dejarlos con la boca abierta en tu siguiente presentación.


  1. Abre con una historia.

Muchas personas aún insisten en abrir sus discursos con una frase de Gandhi o Benito Juárez. Por ahora, sáltate ese paso y comienza contando una historia.

Si la historia es propia y real, mucho mejor; pero puede ser una historia poco conocida o, incluso, ficticia. Dedica algunos minutos a contar la historia que tenga personajes con nombre y apellido, y que enfrenten un reto o un problema urgente. Esto te ayudará a conectar e interesar a la audiencia en un problema que de otra manera puede serles por completo ajeno.

Los seres humanos no conectan con números o estadísticas, sino con otros seres humanos.

No empieces así: “En África se desperdician anualmente más de 100,000 toneladas de grano por erosión de tierra”.

Empieza así: “Conozcan a Akuosia –muestras una fotografía-. Ella se llama así porque nació en un día domingo en el país de Malawi, un país sin costas al este de África. Akuosia tiene tres hijos: Chatwa, Kwondo y Lin. Otros tres murieron a los pocos días de haber nacido. Son una de las millones de familias que enfrentan cada año un problema de desnutrición 100% prevenible”.

Una vez que hayas contado el inicio y el nudo de tu historia (deja el final para después), puedes pasar al siguiente punto.


  1. Identifica un problema.

Ahora que has puesto una identidad humana al problema, puedes identificarlo y explicarlo brevemente. No te pierdas demasiado en números y en estadísticas. En cambio, habla en términos relativos, con comparaciones y metáforas.

El objetivo de esta parte del discurso es que tu público, una vez interesado, pueda comprender la dimensión y la urgencia del problema. Invítalos a tu mundo y hazles ver por qué ese tema es importante para ti, y debe serlo para ellos.

No digas: “La erosión de tierra es un proceso en el que intervienen elementos intrínsecos y extrínsecos de distintos tipos, como: densidad fluvial, frecuencia pluvial y temperatura. Se requieren de 56 metros cúbicos de precipitación anual por tonelada cúbica de granos; 87 si se trata de frutas; 107 si es ganado”.

¿Ves la explicación de arriba? Aunque nos habla de un orador “experto”, es una plática plagada de datos y dimensiones técnicas que no hará sino causar confusión y, en última instancia, desconexión.

En cambio, di: “La desnutrición en Malawi tiene muchos factores, pero el principal es la falta de agua. Problemas políticos y económicos no han permitido construir infraestructura, y la educación sigue en niveles muy bajos. Es decir: el problema no es la naturaleza, sino la naturaleza humana”.

Claramente, el problema es visible y claro. ¿Qué podemos hacer al respecto? Antes de mostrar la solución, da un paso atrás.


  1. Muestra un momento de vulnerabilidad.

Aquí es donde la historia original del problema y tu propia historia se cruzan y elevan el ritmo y el nivel de compromiso. 

Ante la mayoría de los problemas, las personas solemos tener una “solución” sencilla y obvia, que puede convertir la historia en un aparente sinsentido. Muy al estilo de la misma María Antonieta (“Si no tienen pan, que coman pasteles”), podríamos contestar algo como: “Si el problema es el agua, pues que les lleven agua”. O “Si tienen hambre, pues denles comida”. En realidad, los problemas reales no suelen tener soluciones así de claras, obvias y sencillas.

Antes de mostrar tu solución propuesta, muestra las veces en que has intentado y fallado. Esto forjará una conexión emotiva y empática, e invitará a la gente a sumarse a tu propuesta, pues es evidente que llevas más camino recorrido.

Puedes decir: “Hace dos años intentamos llevar pipas de agua a Malawi, pero la inseguridad impidió que llegaran a las familias” o “Hemos intentado construir pozos, pero resulta caro y difícil llevar ingenieros y material hasta este lugar”. 

Ahora la solución no parece tan obvia: están atentos a lo que dirás a continuación.

  1. Propón una solución.

Han llegado hasta aquí, y están a la expectativa de lo que vas a decir. Propón una solución y transmite la idea principal de tu discurso. Esta es la razón por la que estás hablando, y esta es la razón por la que vinieron a escucharte.

¿Qué podemos hacer? Procura hablar en términos universales y también concretos. 

No digas: “Queremos que nadie en Malawi tenga hambre nunca más”. Parece una solución genérica e improbable. 

En cambio di: “Creemos que podemos cambiar el rostro de África a partir de la educación. Y hemos empezado a construir una red de pozos-escuelas, que provean de agua a la vez que preparan a la siguiente generación de emprendedores en Malawi. El primer año recibimos a 200 niños en cuatro pozos. Después llegamos a 500. Ahora podemos llegar a 2000. Ahora los hijos de Akuosia tienen agua y un lugar para aprender”

La propuesta parece realista, sobre todo porque no es un “sueño”, sino que ya se han realizado acciones concretas que han tenido impacto y mostrado su eficacia.  Además, cerraste la historia con la que inició el discurso. Es un arco de storytelling completo, y tiene un poder inmenso.

Así que en tu propuesta, sueña en lo imposible, pero trabaja en lo posible. 

  1. Invita a los demás a participar.

La gente ahora está inspirada. Falta el paso final. El más importante. Es hora de sumar tu público a tu proyecto.

No puedes invitar a alguien a un proyecto del que no está enamorado; es como dar el anillo de compromiso en la primera cita. Simplemente no funciona así. 

Ya que has presentado este discurso siguiendo exactamente los primeros cuatro pasos, solo te falta cerrar la venta; exhortar a tu público; invitarlo a formar parte de tu proyecto; responder una última pregunta: ¿Cómo podemos ser parte de esto?

Di: “Puedes ayudar de muchas formas: invitando a otros a conocer la historia de Akuosia; haciendo un voluntariado este verano o convirtiéndote en padrino de un pozo. Con 100 dólares puedes cambiar la vida de una familia para siempre. Así que ¿por qué no sumarse ahora mismo? ¿Estás dispuesto?” 

Espera la respuesta del público, sonríe. Da las gracias y retírate. Haz hecho un trabajo espectacular.


@franciscogpr