4 Reflexiones sobre un “golpe” de suerte que se hizo viral.
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Quizás lo sepas ya, o quizás no, pero hace algunos días me hice “viral”. Un incidente tan cómico como trágico durante un evento de trabajo se transformó en cuestión de horas en una sensación en redes sociales; especialmente en Tik-Tok; y al día de hoy, ya son varios millones de personas que han visto, reído y compartido mi 𝑓𝑎𝑢𝑥-𝑝𝑎𝑠.
Cuando sucedió… no tuve tiempo de pensar en nada. Ni “trágame tierra”, ni “ouch”, ni nada. En ese instante pensaba en el evento: una inauguración en que estaban presentes personas más relevantes y en donde yo no era -ni debía ser- protagonista. Lo único que pasó por mi mente fue: “el show debe continuar”. Interrupción, sonrisa y adelante. Aquí no pasó nada. En el entorno del evento, el golpe fue rápido e inconsecuente, apenas un parpadeo. Pero las redes hacen que las cosas tomen otra dimensión y tengan su propia vida.
Terminó el evento y me fui a seguir trabajando. No le di la menor importancia. Un par de horas después, en el chat de los amigos, alguien lo compartió. “¿Ya viste? ¡Eres viral!” Vinieron risas y carrillas. Yo me reí también ¿A qué viene negar que es gracioso lo que es gracioso? Durante el resto del día… y el día siguiente… y el siguiente, me siguieron llegando videos y actualizaciones. Había distintas versiones, distintos ángulos del evento y muchas cuentas que lo compartían, en distintos países del planeta. Yo no tenía, ni tengo, control alguno.
A una semana del incidente, que aún vive (y vivirá) en la infamia del tribunal de las redes sociales, aquí cuatro reflexiones que me quedan.
𝟭. 𝗛𝗔𝗬 𝗤𝗨𝗘 𝗥𝗘𝗜́𝗥𝗦𝗘 𝗗𝗘 𝗨𝗡𝗢 𝗠𝗜𝗦𝗠𝗢.
“¿Cómo te sientes? ¿Estás preocupado, enojado, angustiado?”. Muchos amigos me hicieron esta pregunta, genuinamente preocupados por mi bienestar mental. El video muestra un error bastante tonto y sus efectos inmediatos. Es cómico y un poco humillante. Humillante, digo, en el mejor de los sentidos: no el que corresponde al inglés “shameful”, vergonzoso o indigno; sino según el inglés “humbling”, es decir: un sano recordatorio de nuestra condición humana, imperfecta… y normal.
Es un error que le pudo haber pasado casi a cualquiera. La única diferencia es que está grabado en video. La verdad es que me reí con mi esposa, y mis amigos y mi familia. Luego me volví a reír cuando me llegaron las distintas ediciones: con música, voces y licencias artísticas. Mi favorita fue la que me compara con un personaje de los Simpsons que está nominado a un premio de la academia.
Reírnos de nosotros mismos nos permite desdramatizar, bajarnos de nuestra nube de soberbia (en la que nos sentimos tan cómodos) y recordar que polvo somos. Eventualmente esto, como todo, pasará.
𝟮. 𝗟𝗢𝗦 𝗘𝗩𝗘𝗡𝗧𝗢𝗦 𝗜𝗡𝗘𝗦𝗣𝗘𝗥𝗔𝗗𝗢𝗦 𝗖𝗥𝗘𝗔𝗡 𝗖𝗢𝗡𝗘𝗫𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗜𝗡𝗘𝗦𝗣𝗘𝗥𝗔𝗗𝗔𝗦.
De los limones, limonada.
Quizás la mayor riqueza de esta experiencia fue la increíble cantidad de personas que me hablaron o escribieron (¡más que en mi cumpleaños!), para compartirme el video y reírse conmigo. Compañeros de la primaria que no veía hace años; antiguos amigos, clientes curiosos, conexiones lejanas. Ninguno para burlarse, sino simplemente para decirme “¡me acordé de ti!”, “¡me hiciste reír!”.
De estas llamadas salieron buenas conversaciones, un par de reuniones y hasta un negocillo. Me permitieron ponerme al día con muchas personas y, también, acordarme de ellas.
La felicidad y el éxito se construyen con las conexiones humanas que formamos y alimentamos a lo largo de nuestra vida. ¿Quién diría que de un meme podrían salir tantas cosas buenas?
𝟯. 𝗠𝗘𝗡𝗢𝗥 𝗖𝗢𝗡𝗧𝗥𝗢𝗟 𝗘𝗫𝗜𝗚𝗘 𝗠𝗔𝗬𝗢𝗥 𝗙𝗟𝗘𝗫𝗜𝗕𝗜𝗟𝗜𝗗𝗔𝗗… 𝗬 𝗠𝗔𝗬𝗢𝗥 𝗨𝗡𝗜𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗩𝗜𝗗𝗔.
Lo más curioso de un meme, o un video viral, es la absoluta falta de control que uno tiene sobre el asunto. Nadie te pregunta, nadie te reconoce ni, mucho menos, te pagan regalías.
Por supuesto, el golpe no fue planeado; como muchas cosas que pasan todos los días que no forman parte de nuestro plan perfecto, nuestro proyecto de vida o nuestra impecable cosmología. Las cosas pasan, a veces, sin avisar.
El mundo moderno, con sus complejas redes sociales y tecnológicas, es así. Cosas como ésta nacen y desaparecen todos los días. Por una parte, esto nos implica ser flexibles y poder tomar las olas según van llegando; sin asustarnos, con calma y cierta filosofía estoica: controlando lo que podemos controlar y aceptando lo demás.
Por otra parte, no dejo de reflexionar cuán fácil podemos terminar en las redes sociales de alguien más, y me pregunto: Si me estuvieran grabando en este momento, ¿Lo que estoy haciendo en este instante desdice de mis valores, mi estilo o el prestigio con el que puedo construir y servir a los demás? ¿Podrían tomarme una foto o un video ahora mismo y mostrarlo a mi mamá, o a mis clientes o a mis hijos?
Dice Marco Aurelio: como haces cualquier cosa… es como haces todo. Cada cosa que haces y cómo te comportas en cada momento -te estén grabando o no- construye tu carácter y tu destino. Lewis afirma que el carácter es lo que hacemos cuando nadie nos ve.
𝟰. 𝗔𝗣𝗥𝗘𝗡𝗗𝗘 𝗗𝗘 𝗧𝗨𝗦 𝗘𝗥𝗥𝗢𝗥𝗘𝗦.
Por último… de que hubo un error, no lo puedo negar. Ha sido una semana divertida; pero preferiría que no se repitiera pronto. Siempre -siempre-hay algo que aprender.
En este caso… aprendí que, 𝘦𝑛 𝑙𝘰𝑠 𝑐𝘢𝑛̃𝘰𝑛𝘦𝑠 𝑑𝘦 𝘤𝑜𝘯𝑓𝘦𝑡𝘪, 𝑙𝘢 “𝑝𝘦𝑟𝘪𝑙𝘭𝑎” 𝘰 𝘦𝑙 𝑐𝘪𝑙𝘪𝑛𝘥𝑟𝘰 𝘲𝑢𝘦 𝘨𝑖𝘳𝑎; 𝘭𝑎 𝑝𝘢𝑟𝘵𝑒 𝑚𝘢́𝑠 𝑝𝘦𝑞𝘶𝑒𝘯̃𝑎 𝑑𝘦𝑙 𝑎𝘱𝑎𝘳𝑎𝘵𝑜, 𝘷𝑎 ℎ𝘢𝑐𝘪𝑎 𝑎𝘣𝑎𝘫𝑜; 𝘮𝑖𝘦𝑛𝘵𝑟𝘢𝑠 𝑞𝘶𝑒 𝑙𝘢 𝘱𝑎𝘳𝑡𝘦 𝘨𝑟𝘢𝑛𝘥𝑒 𝑣𝘢 𝘩𝑎𝘤𝑖𝘢 𝘢𝑟𝘳𝑖𝘣𝑎. Esto es lo que los pedagogos llaman un "aprendizaje significativo".
Ya lo sé; y ahora tú también. Ojalá pueda ahorrarte uno de estos golpes, que -en honor a la verdad- sí duelen bastante.
Ah… ¿No has visto el video? Aquí te dejo unos links ¡Hasta pronto!
- 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨 𝐆𝐚𝐫𝐜𝐢́𝐚 𝐏𝐢𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞𝐥
Tiktok- https://vm.tiktok.com/ZMjPoWsCq/
Instagram - https://www.instagram.com/reel/CxzBBXbtnxG/?igshid=MTc4MmM1YmI2Ng==